lunes, 18 de marzo de 2013

RECORDANDO NUESTRAS VIDAS



Para la mayoría de nosotros nos es imposible recordar nuestra vida antes de los cuatro años, aunque estos fueran los años más importantes para nuestro desarrollo vital tanto a nivel físico como a nivel emocional. Para la gran mayoría también es imposible acordarse de vidas anteriores y estas son muy importantes y nos condicionan en nuestra actual vida.

Todos en algún momento de nuestra vida podemos encontrar pistas sobre nuestras anteriores vidas: lugares que nos resultan familiares aunque nunca hayamos estado, interés por pueblos o culturas de la antigüedad, miedo o desagrado de origen inexplicable, no soportar espacios cerrados, o determinados ruidos, vértigos en las alturas… estas indicaciones son claras de situaciones vividas. A igual que nuestros primeros recuerdos de la niñez están ligados al placer o al miedo, las emociones especialmente intensas de otras vidas se quedan ligadas a nuestro ser, y pasan de una vida a otra.

A veces nos encontramos con relaciones que resultan extrañas, personas que recién conocemos y su cara nos suena o que sentimos en nuestro interior que son familiares. O, al contrario, familiares de sangre que sienten un rechazo visceral el uno del otro, y siendo sinceros, no pueden explicar donde se originó el sentimiento. Más a menudo de lo que pensamos las personas que están a nuestro alrededor las encontramos y compartimos en varias vidas, y el sentimiento hacia ellas y la manera en que nos relacionamos se transfiere de una vida a otra. O situaciones donde nuestro cuerpo reacciona intensamente puede ser un signo de que el recuerdo que no es consciente se intenta hacer sentir.

En las sanaciones que realizo escuchando el alma, veo que algunos problemas y bloqueos se iniciaron con aprendizajes en otras vidas. El alma puede evocar a su antigua encarnación, mostrarnos imágenes…y así dar luz a la situación que vivió esa persona que fuimos. E incluso a las personas con las que compartimos el aprendizaje donde se generó el problema, Así pudiendo ver de dónde viene y dejar ir el peso de aquel aprendizaje, para que en esta vida se pueda resolver, el conflicto. Lo antiguo deja de generar conflicto en el presente y la persona puede tomar consciencia de donde viene su dificultad y tomar perspectiva. Tras esta sanación y con la conciencia ampliada la dificultad se vuelve menos intensa i tenemos fuerza para abrirnos a ella.

Al ver la amplitud de nuestras experiencias en nuestras vidas adquirimos una mayor consciencia de lo que nos sucede cada día. Nuestras relaciones, nuestros aprendizajes, el desarrollo de nuestros dones toman una comprensión y una visibilidad insospechada

El alma, de alguna manera, puede evocar a su antigua encarnación y recordar y vivir la situación que se vivió, y con las personas con las que lo vivió. Tenemos una oportunidad más de dejar ir el peso de aquel mal aprendizaje, tomar consciencia de su dificultad, tomar la perspectiva adecuada y resolver el conflicto convirtiéndolo en un buen aprendizaje.

La amplitud de nuestras vidas es casi inabarcable. Van desde lo instantáneo y la casualidad, hasta las causalidades que pasan vida tras vida. Reconocer lo que marcó la pauta de nuestras vidas, nos puede ayudar a tomar conciencia de la importancia de resolverlo en esta. Nos puede hacer ver de otra manera que cada acto cuenta, podemos ver el regalo que nos podemos dar solucionándolo y recogiendo el tesoro que cada experiencia contiene. ¿Quién quiere ponerle límites a la Luz y al Amor?



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